México atraviesa un cambio visible, las mujeres dejaron de pedir espacio y comenzaron a ocuparlo con resultados medibles, hoy son el cincuenta por ciento de la Cámara de Diputados y casi la mitad del Senado, datos que muestran que la paridad ya no es aspiración sino una condición de trabajo político.
La violencia política sigue presente, en seis años se han registrado mil novecientas ochenta y una agresiones contra mujeres, aun así ellas sostienen negociaciones, impulsan reformas y frenan retrocesos, lo hacen desde la práctica diaria y no desde la excepción, demostrando que el poder puede ejercerse sin filtros.
Los temas que antes se aplazaban ahora se discuten con claridad, desde la paridad sustantiva hasta la agenda de cuidados, ese avance no está ligado al discurso sino al trabajo legislativo de mujeres que conocen las brechas y que empujan leyes que atienden problemas reales y no solo compromisos de campaña.
Tamaulipas vive un proceso propio, la posibilidad de una gobernadora ya no es un escenario improbable sino una lectura del momento, la ciudadanía reconoce el desempeño de mujeres que dirigen áreas estratégicas y que han demostrado capacidad en seguridad, educación, finanzas y gestión administrativa.
Este avance no surgió de un impulso coyuntural, surgió del trabajo sostenido de miles de mujeres que aprendieron a resistir presiones, a mantener decisiones técnicas y a construir redes que hoy sostienen sus liderazgos, ocurrió porque entendieron que el ejercicio del poder se afirma con resultados y no con permisos.
POR NORA MARIANELA GARCÍA RODRÍGUEZ





