He tenido un sueño: dijo en un famoso discurso Martin Luther King. Lo dijo desde la copa del árbol, en la tarima del mundo, desde el estrado donde hablas y todos escuchan. Todos hemos tenido un sueño y muchos. Muchísimos sueños pululan por la noches sin que se conecten el uno con el otro, en lo oculto.
De a poco el sueño te va llevando de la mano. Te sumerge indefenso a los confines desconocidos e inciertos de ser humano.
Al acto desconocido de ser ese otro- que fuera de control de alguna manera existe, sin embargo es polvo, humo, niebla sobre el castillo de los deseos- el ser reacciona al sueño, al misterio, al acecho de su otra existencia.
Al día siguiente tratas de recordar el sueño y no puedes. Un sueño se recupera al instante y hay que platicarlo como sigue, pues de lo contrario se pervierte. Al mediodía cuentas historias que nada que ver con lo que soñaste.
Te soñé, dicen quienes aman, y es verdad. El amor tiene una etapa de ensueño si es que acaso un sueño no es. Todo el día has de pensar en ella. De pronto te das cuenta que no te has dado cuenta cuánto tiempo pasó y cómo, pensando en esa otra persona a la que extrañas.
Durante el sueño el tiempo no existe. No es literal. Tal vez el tiempo es como debiera ser, un ir y venir de ideas. El cuerpo se diluye entre los fierros de la historia que no se cuenta, sino que se nos presenta. ¡Hola! aquí estoy, soy tu yo verdadero, soy tu yo, el que no eliges.
El sueño es un pequeño inframundo. Nos metemos a dormir ignorando lo que nos espera. De repente una puerta se abre, luego se cierra, estamos adentro y no vemos las manos que sostengan los dedos, estamos flotando, no sabemos aún, todo es nuevo y espontáneo.
Hay sueños recurrentes, sueños que no tienen continuación infortunadamente, hay sueños difíciles, verdaderas pesadillas, quieres despertar y no puedes, estás atorado en Ia cabina de un tráiler.
Sueñas que vas en caída libre en un hondo precipicio y en verdad despiertas porque vas cayendo de la cama. Así han despertado muchos ya en el suelo. Sueñas que abrazas a alguien y la besas apasionadamente y es la almohada, y sientes el verdadero terror de la histórica cobija, tu brazo, el aire frío de las narices.
Caminas y no avanzas mientras alguien te persigue, sueñas que tratas de subir escaleras pero te abandonan las fuerzas, sueñas que se desploma un avión a corta distancia y corres a ver la rapiña, o te echas un clavado al pasado y sueñas que estás en una calle extraña y llegas a tu infancia donde ves tu bicicleta como estaba.
Ocurre siempre, el olvido es parte de la imaginación, las historias llevan imágenes imborrables, pero ha olvidado los nombres. Las imágenes son papeles en el aire de la memoria, aparecen en sitios inimaginables. Los puertos que recuerdas del sueño fueron imágenes en tu libro de sexto grado.
La vida es sueño como pensaba Calderón de la Barca. Un sueño es la vida que uno a veces cree controlar. La vida es sueño en lo que despiertas e ignoras lo que hay más allá. Tal vez al otro lado de este sueño esté la verdadera existencia o quizás esté otro sueño, o se repita este. ¿Qué sabe uno?
Vives soñando e imaginas las imágenes que pasan repentinas y efímeras, añoranzas, grandes deseos de grandeza. Pasó el tiempo sin darte cuenta y se ha calentado la cerveza. Lo que ocurrió mientras tanto, no lo sabes con certeza.
Los sueños han sido estudiados hasta el pozo profundo del inconsciente. Son deseos no controlables, son oscuras infancias, recuerdos entrañables, imágenes metafóricas y proféticas. Los sueños sueños son. Alguien se conecta con alguien.
HASTA PRONTO
Por Rigoberto Hernández Guevara