Los accidentes de motociclistas en Tamaulipas se han convertido en una de las principales causas de atención médica de urgencias, superados únicamente por las complicaciones de enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes.
Tan solo en Ciudad Victoria y Ciudad Mante, cada día se registran entre cuatro y seis percances que involucran a personas que viajan en moto, la mayoría en edad productiva, lo que incrementa el impacto social y económico.
El doctor Carlos Arturo González Castro, director del Centro Regulador de Urgencias Médicas en el estado, advirtió que el perfil de las víctimas se concentra entre los 20 y 40 años, jóvenes que suelen desplazarse hacia sus trabajos o que utilizan la motocicleta como herramienta de sustento.
“Son personas que dejan de laborar, que pueden quedar con una incapacidad permanente o incluso perder la vida”, señaló.
Cabeza y extremidades, las más vulnerables
Las lesiones más frecuentes tras un accidente en moto son los traumatismos craneoencefálicos, debido a la falta de uso de casco o al empleo de cascos de baja calidad que no cumplen con las normas de seguridad.
Después de la cabeza, los brazos, piernas y el tórax concentran la mayor parte de los daños.
En casos graves, los pacientes desarrollan complicaciones que no siempre se manifiestan de inmediato, como hemorragias internas o colapso pulmonar.
“Un paciente puede parecer estable en el traslado, pero a las pocas horas en urgencias se agrava o incluso fallece”, explicó González Castro.
El tipo de percances varía: choques entre motociclistas, atropellos a peatones o ciclistas, e impactos con vehículos en movimiento, siendo estos últimos los más comunes.
Lo alarmante es que de cada 10 accidentes, entre dos y tres derivan en lesiones graves que requieren hospitalización prolongada o traslado a otras ciudades, como Tampico o la capital.
En Ciudad Mante, a pesar de ser una ciudad más pequeña, la incidencia es alta debido a la gran cantidad de motocicletas en circulación.
“Ahí tenemos que trasladar pacientes a hospitales de mayor capacidad, porque las lesiones sobrepasan lo que localmente se puede atender”, reconoció el funcionario.
Una cultura del riesgo
El aumento del parque vehicular de motocicletas no ha ido acompañado de una cultura de prevención. En las calles es común ver conductores sin casco, con cascos de bicicleta o de materiales endebles que se fracturan en el primer impacto.
Aunque algunas empresas entregan cascos al vender una moto, en su mayoría son de unicel o fibra de vidrio sin certificación.
“No cumplen con la función de proteger la cabeza, solo con el requisito de portar un casco para evitar multas”, criticó el director del CRUM.
La Secretaría de Salud mantiene campañas preventivas y simuladores en ferias de salud, pero el problema persiste.
González Castro consideró urgente que exista una reglamentación federal que obligue a las compañías a entregar cascos de calidad mínima certificada.
Mientras tanto, la estadística crece y con ella la cifra de familias afectadas.
Los motociclistas, que suelen arriesgarse al rebasar por los costados en los semáforos o pasar altos sin detenerse, siguen siendo los protagonistas de un fenómeno que, más allá de la movilidad, representa un problema de salud pública.
Por Raúl López García