Opinión

La fuerza electoral que viene

La movilización convocada por la Generación Z para este día confirma que este sector dejó de ser audiencia y se convirtió en actor político, sus demandas se articulan sin intermediarios y su presencia en las calles anticipa un cambio en la composición del voto rumbo al 2027 y 2028.

Los datos del INE indican que en el país hay cerca de 25 millones de jóvenes de 18 a 29 años inscritos en el padrón, equivalen a una cuarta parte del electorado nacional, dentro de ese rango se encuentra la parte adulta de la Generación Z, un bloque numeroso con capacidad de influir en elecciones cerradas.

En Tamaulipas el padrón suma alrededor de 2.8 millones de electores y de ellos más de 730 mil pertenecen al tramo de 18 a 29 años, esto significa que uno de cada cuatro posibles votantes está dentro de la franja generacional que ahora protagoniza la convocatoria del día 15 y exige atención política.

La edad promedio de la Generación Z ronda los 20 a 21 años, solo parte de ellos vota, pero el grupo que ya tiene credencial se mueve con rapidez entre espacios físicos y digitales, evalúa información, cuestiona decisiones públicas y rechaza esquemas partidistas que no se adapten a su forma de participación.

A diferencia de generaciones anteriores, los Z organizan protestas, gestionan recursos, difunden consignas y atraen audiencias sin depender de estructuras partidarias, su comunicación es inmediata y su capacidad de convocatoria depende más de la validación en redes que de figuras políticas tradicionales.

La marcha del día 15 surge de esa lógica, busca visibilidad y resultados concretos, no plantea lealtades a ningún grupo, no responde a promesas amplias y exige claridad en temas de seguridad, educación, empleo y servicios, los jóvenes quieren decisiones medibles y plazos que puedan verificar.

Los partidos suelen clasificarlos como voto incierto o disperso, pero los números muestran un peso constante, su participación puede inclinar contiendas municipales, distritales o estatales, y en escenarios donde el margen de victoria es pequeño cualquier grupo que aporte miles de votos cambia la correlación.

En Tamaulipas la competencia electoral se definirá por la capacidad de sumar segmentos nuevos, los Z representan el espacio donde se disputarán campañas, aquí los partidos deben entender que sus mensajes basados en estructuras de hace veinte años ya no conectan con quienes nacieron en pleno entorno digital.

La tendencia nacional indica que los jóvenes reaccionan a información precisa, datos verificables y compromisos específicos, no responden a discursos extensos ni a imágenes que carecen de contenido, su capacidad de detectar inconsistencias afecta directamente a quienes recurren a la manipulación.

Rumbo al 2027 y 2028 la Generación Z será un factor de presión, tanto por su tamaño como por su forma de intervenir, su voto es crítico y comparativo, revisa trayectorias, busca transparencia y castiga la simulación, esto obliga a replantear campañas, estrategias y métodos de contacto con el electorado joven.

Ignorar su posicionamiento sería un error grave, sobre todo en un contexto donde la política enfrenta desgaste, acusaciones constantes y una competencia interna que depende de sumar respaldo social, los jóvenes no se incorporan por afinidad histórica, sino por resultados y respuestas claras.

La manifestación del día 15 funcionará como un indicador de organización y cohesión, permitirá medir su capacidad para sostener una agenda propia y también la reacción de instituciones y partidos, si este sector continúa articulando acciones colectivas será decisivo en contiendas locales y federales.

El reto para la política tradicional es actualizar su lenguaje, explicar decisiones públicas con claridad y establecer compromisos medibles, la Generación Z exige procesos transparentes, acceso a información y participación efectiva, no confía en estructuras cerradas ni en acuerdos poco claros.

El país tendrá que adaptarse a una generación que combina participación física y digital, que revisa datos antes de asistir a una protesta y que evalúa políticas con criterios nuevos, la marcha del día 15 es parte de ese proceso y anuncia el papel que jugarán en la transformación del voto joven en México.