Opinión

Juego de adivinanzas

En Ciudad Victoria y en la Ciudad de México desde hace un buen rato se sostiene que Morena llevará mujer a la candidatura de Tamaulipas en el aún lejano 2028, esa versión ya saturó la agenda política y obliga a los partidos a mover nombres que buscan posicionarse sin contar aún con rutas claras.
En el terreno de la especulación, ahora que todo mundo juega a las adivinanzas, no está de más señalar a figuras que no aparecen en las listas ni posan para la cámara ni circulan en redes, y conviene agregar un nombre: Paloma Guillén Vicente, tampiqueña, hermana del subcomandante Marcos, con una trayectoria capaz de competir con las figuras que hoy aparecen en el mapa político.
Por lo pronto está visto que en Morena se concentran tres perfiles principales: Carmen Lilia Canturosas, presidenta municipal de Nuevo Laredo y en intenso movimiento por todo el estado; Olga Sosa, quien en su condición de senadora y aspirante ha recorrido Tamaulipas en varias ocasiones, y Tania Contreras, recién electa presidenta del Tribunal Estatal Electoral, las tres con presencia constante e impulsadas por segmentos relevantes de la política estatal.
En el PAN la carta visible, desde la perspectiva de género, es Imelda San Miguel, su presencia legislativa se sostiene pero el partido enfrenta desgaste y limitaciones de estructura, su competitividad para un proceso estatal depende de ajustes internos y del desenlace de la aventura cabecista.
Maki Ortiz es otra figura impulsada por el grupo de Reynosa, ya en juego abierto por la frontera, ha sido por más de diez años la figura dominante en el municipio con mayor potencial económico y demográfico, pero su fuerza real depende de alianzas y de la definición nacional del partido, su viabilidad se medirá cuando el Verde decida si la convierte en su candidata.
El factor que podría alterar cualquier cálculo, si se atreve, es Paloma Guillén, fue secretaria general de Gobierno, procuradora de Justicia, diputada federal y local y subsecretaria de Gobernación, además de dirigente priista con presencia estatal y nacional, una experiencia que pocas figuras vigentes poseen.
Los partidos entienden el peso de una trayectoria con cargos estatales y federales, por eso su posible participación sería tema de análisis interno, su nombre competiría con ventaja frente a los perfiles visibles y obligaría a revisar si las cartas actuales tienen alcance suficiente, su desventaja sería la fragilidad de los grupos opositores al partido oficial.
La definición de candidaturas hacia finales de 2026 será decisiva, Morena deberá demostrar si conserva competitividad real y si alguno de sus perfiles cumple con los criterios que solicita el centro, mientras los demás partidos miden el efecto del criterio de género.
En PAN, PRI y Verde permanece la discusión sobre impulsar mujer o varón, aunque la tendencia nacional marca que las gubernaturas tendrán prioridad femenina, lo que recorta el margen de maniobra y ordena la selección final de candidaturas.
Este periodo permite observar ajustes y movimientos, los partidos revisan quién mantiene actividad real y quién solo aparece en listas, en ese análisis Paloma Guillén, aún sin declarar si quiere y sin enviar señales, reúne las condiciones necesarias para aspirar y jugar en el 2028.
Los nombres de varones surgirán después porque algunos ya operan sin hacer ruido, por ahora la contienda gira en torno a mujeres con actividad reciente y a una figura con trayectoria estatal y federal que, sin promoción visible, puede alterar el diseño político del estado.
Por lo pronto esta y todas las columnas solo intentan atisbar un proceso aún lejano, con escenarios imprevisibles y, respecto a Morena, sin saber qué dirá al final la gran electora. La oposición sólo podrá hacer algo si postula a alguien con el potencial suficiente para participar en este juego.

POR PEDRO ALFONSO GARCÍA